Oficio Ingrato

Calixto, el herrero, trabaja en su forja. Una máscara cubre por completo su rostro. El delantal de fieltro lo protege de las chipas candentes que vuelan. Golpean la puerta. Calixto levanta su máscara, deja las piezas en las que trabaja sobre el banco y se quita los guantes. Abre. Es la Muerte.

Cualquier otro, ante semejante visión, caería de hinojos. Pero Calixto conoce a la Señora -así la llama él- por el trabajo de herrero. Cada tanto ella trae su instrumental para que Calixto lo repare. “Calixto ¿tendrás un poco de tiempo para afilarme la guadaña? La hoja está casi roma. ¡No sabés lo que me hace renegar!” dice la muerte en un tono que, si no conociéramos la naturaleza del visitante, diríamos, parece amistoso. “¿Así que anda con mucho trabajo, Señora?”, dice Calixto, mientras hace un gesto que la invita a entrar. La Muerte toma asiento a un lado del banco del herrero, que ya ha puesto a funcionar la piedra de afilar. “Mucho trabajo, sí. Ya sabés, es plenilunio… Los enamorados, los partos, los lunáticos, en fin, época de cosecha. Para empeorar las cosas, cada vez hay más barrios, y la zona de trabajo crece, y crece”, explica la Muerte, mientras Calixto hace saltar chipas de la guadaña. “Ya sabés, este es uno de esos trabajos que nadie valora. Si supiera hacer otra cosa, cambiaría de rubro. No sé, un aserradero, un taller mecánico, una casa de comercio. Pero no puedo, esto es lo único que sé hacer”.

La Muerte se ha parado justamente al lado de Calixto, que repasa con una lima de mano los rebordes de la hoja. “¿Sabés, Calixto? Quedan cada día menos artesanos del metal como vos. Mirá que conozco muchos barrios, pero nadie sabe trabajar el metal de esta manera”. Calixto entrega la herramienta a la Muerte, y le pregunta: “¿Le pasa algo Señora? Yo no sé mucho sobre… bueno, sobre seres como usted, pero cualquiera diría que algo le preocupa”. “Calixto, es tal como te lo digo. Queda cada vez menos gente capaz de hacer bien su trabajo, como vos. Como yo, también. Hago lo que tengo que hacer, aunque nadie lo valore y los perros me ladren. Yo tengo que hacer mi trabajo, es mi deber. No sé quién me va a afilar mi guadaña ahora, Calixto. Te voy a extrañar”.

Comentarios

mariajesusparadela ha dicho que…
Al menos, sufriría poco: recién afiladas cortan muy bien.
Unknown ha dicho que…
El año pasado se llevò tambien a la Negra, al gitano, que plan se trae esta señora??. Muy bueno che. Alvaro.
El Griego ha dicho que…
Mari:

Yo creo que tuvo un poco de piedad por quién tan buen servicios prestara. Al menos eso.

Álvaro:
Bienvenido amigo. Y es cierto. El año pasado se fué un montón de gente, Alejandro Doria y Farrah Fawcett, Fernando Peña y M. Jackson, don Raul Alfonsín, Corin Tellado y Mario Benedetti. Y Kung Fú, tambien. Esos los que me acuerdo. Por si acaso, mejor no ser demasiado famoso...

Entradas populares de este blog

Una flor de nomeolvides - Milan Kundera

Undine - Abelardo Castillo

Las Historias de Don Rolo (Capítulo I)