Ojo! Inflación y sordera - Dalmiro Sáenz
¿Saben a cuánto se fué el caviar? ¿Saben cuánto cuesta una latita? Un ojo de la cara; ¿y saben cuánto está el ojo de la cara?; no saben, eh? Yo tampoco, pero le podemos preguntar a una novia que tuve, un poco tuerta ella; me acuerdo un día que le compré un ojo de vidrio y le dije:
-Probátelo
-No, delante tuyo me da vergüenza
-Vamos, no seas sonsa, probátelo
-¿Me prometés no mirar?
-¡Bueno, dale!
Entonces se levanto un poco el párpado, que según Borges es el escote del alma (¡Graciela no; Jorge Luis, animal!), y se lo pone y va y me dice:
-No veo nada
- ¡En ese ojo no, pedazo de bruta! -le digo yo, porque se lo había puesto en el sano; pero ustedes saben cómo son las mujeres cuando no quieren dar brazo a torcer: gritan y gritan y uno tiene que soltarlas, y ella se fue un poco fastidiada pero con el brazo intacto.
De todos modos mucho no me importó, porque muy linda no era, para qué nos vamos a engañar: vista de frente tenia algo de Ursula Andress de espalda, y vista de espalda, era idéntica a ella misma de frente; además era sorda, uno le decía cualquier cosa y ella contestaba:
-¿Qué?
Uno volvía a decirle algo y ella volvía a contestar:
-¿Qué?
Entonces uno se ponía nervioso y le gritaba:
-¿Vos sos sorda o qué?
Y ella contestaba:
-¿Qué?
Entonces uno cambiaba de táctica y le decía:
- Me gustás mucho, tenés un no se qué...
Y ella volvía a contestar:
-¿Qué?
La verdad, era un poco monótono dialogar con ella...
Extracto del libro "Yo también fui un espermatozoide", Dalmiro Sáenz
-Probátelo
-No, delante tuyo me da vergüenza
-Vamos, no seas sonsa, probátelo
-¿Me prometés no mirar?
-¡Bueno, dale!
Entonces se levanto un poco el párpado, que según Borges es el escote del alma (¡Graciela no; Jorge Luis, animal!), y se lo pone y va y me dice:
-No veo nada
- ¡En ese ojo no, pedazo de bruta! -le digo yo, porque se lo había puesto en el sano; pero ustedes saben cómo son las mujeres cuando no quieren dar brazo a torcer: gritan y gritan y uno tiene que soltarlas, y ella se fue un poco fastidiada pero con el brazo intacto.
De todos modos mucho no me importó, porque muy linda no era, para qué nos vamos a engañar: vista de frente tenia algo de Ursula Andress de espalda, y vista de espalda, era idéntica a ella misma de frente; además era sorda, uno le decía cualquier cosa y ella contestaba:
-¿Qué?
Uno volvía a decirle algo y ella volvía a contestar:
-¿Qué?
Entonces uno se ponía nervioso y le gritaba:
-¿Vos sos sorda o qué?
Y ella contestaba:
-¿Qué?
Entonces uno cambiaba de táctica y le decía:
- Me gustás mucho, tenés un no se qué...
Y ella volvía a contestar:
-¿Qué?
La verdad, era un poco monótono dialogar con ella...
Extracto del libro "Yo también fui un espermatozoide", Dalmiro Sáenz
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