Desasosiego
Voy a prescindir esta vez de un intento literario. Hace semanas que no consigo sentarme a escribir. No, no es que no tenga temas, que las musas anden de vacaciones. Sólo me sucede lo que a muchos, a la mayoría quizás. Literalmente no consigo tiempo para sentarme a escribir. Le robo tiempo al trabajo, privo a mi almohada de compañia en estas altas horas, deberían ver la cantidad de papelitos de tamaños, colores y orígenes disímiles en los que anoto frases, palabras, argumentos e improperios con alguna idea que quiere ser literaria. Allí están ahora, frente a mí, se van amontonando. No busco la excusa fácil, no le quito el cuerpo a los deberes, a los de fuera, los mundanos, tampoco a los anímicos, al íntimo motor que ahora mismo me retiene aquí soltando esto que parece una queja lastimera. Simplemente me sucede lo que a vos y él, hay días que son una batalla a muerte con la vida.
Sucede que me siento hermanado con este hombre gris que padece y grita.
Fernando Pessoa, El libro del Desasosiego.
Encaro serenamente, sin nada más que lo que en el alma represente una sonrisa, el encerrárseme siempre la vida en esta Calle de los Doradores, en esta oficina, en esta atmósfera de esta gente. Tener lo que me dé para comer y beber, y donde vivir, y el poco espacio libre en el tiempo para soñar, escribir -dormir-, ¿qué más puedo yo pedir a los Dioses o esperar del Destino?
He tenido grandes ambiciones y sueños dilatados -pero también los tuvo el cargador o la modistilla, porque sueños los tiene todo el mundo: lo que nos diferencia es la fuerza de conseguir o el destino de conseguirse con nosotros.
En sueños, soy igual al cargador y a la modistilla. Sólo me diferencia de ellos el saber escribir. Sí, es un acto, una realidad mía que me diferencia de ellos. En el alma, soy su igual.
Bien sé que hay islas del Sur y grandes amores cosmopolitas y (...)
Si yo tuviese el mundo en la mano, lo cambiarla, estoy seguro, por un billete para [la] Calle de los Doradores.
Tal vez mi destino sea eternamente ser contable, y la poesía o la literatura una mariposa que, parándoseme en la cabeza, me torne tanto más ridículo cuanto mayor sea su propia belleza.
Sentiré añoranzas de Moreira, ¿pero qué son las añoranzas ante las grandes ascensiones? Sé bien que el día que sea contable de la casa Vasques y C. será uno de los grandes días de mi vida. Lo sé con una anticipación amarga e irónica, pero lo sé con la ventaja intelectual de la certidumbre.
Comentarios
Y estas haciendo que me pique el bichito para leer a Pessoa... ay que hare con vos!!!!!
Espero a Cristian con fervor.
Cordis.
Mostranos tus Pessoas ya.