Esencia Sombría
Algunos aseguran haber visto serpientes cruzar calles polvorientas en el ardor del verano, o enroscadas en las ramas de los árboles que hay en los vados del arroyo. Yo en todos los años en que he venido a pasar mis vacaciones a la estancia Juárez nunca vi más que alguna lagartija apresurada por esconderse tras de alguna maceta, o debajo de las tejas marsellesas. Es cierto que no vi ninguna serpiente. Viva no, pero en cierta forma la vi. Como si un taxidermista de lo etéreo hubiera operado su arte sobre un fantasma, o como si alguna sombra hubiera perdido una capa tal como las pierde una cebolla, así la piel de la serpiente había quedado tendida sobre un tronco seco que yacía en tierra. La forma de la cabeza y el espacio de los ojos copiaban tan fielmente su origen que uno bien podía dudar de que no fuera más que un recipiente vacío y yerto. La trama y el dibujo de la piel, la otra piel, la helada y latente, pero viva, también se había quedado dibujada como un sello tenue, como marca de agua. El despojo de la serpiente era a su vez oscuro y transparente, residía por completo allí y a la vez estaba enteramente ausente. Al cambiar de piel había dejado su porción más superficial y sin embargo la forma abandonada de su belleza guardaba toda su fuerza. Yo no vi una serpiente viva. Yo vi la esencia de un amor perdido.
Comentarios
Volvió el placer nocturno de la lectura. De leerte. Gracias.
Cordis.
Cordis: No voy a decir que tenes una parte de responsabilidad de que yo este aquí haciendo esto. No lo voy a decir.