Después de Fin
Alguna razón tienen los que nos acusan de que cuando precipitamos los acontecimientos fatalmente buscamos no complicarnos demasiado la vida. Quizás es un manera más fácil de hacer el trabajo y así evitar las dificultades que provocaría intentar otros caminos. Yo creo que nos hemos enviciado. Es que uno se siente un poco divino provocándoles la muerte, haciendo que tiemblen y sucumban en esa última imagen, que se espanten ante lo inevitable del desenlace. Entonces todo nuestro ingenio se pone en movimiento para que esas muertes completen un catálogo: que parezcan un accidente o que salten de un décimo piso, que caigan debajo de un tren empujados por una mano anónima. Entonces, satisfechos, los dejamos ahí, tendidos e inertes. Están también las muertes fantásticas, las que dan lugar a especulaciones de lo más inesperadas o bizarras: esas son la moda en nuestra profesión. Nos critican, y algo de razón tienen. Quizás fue esa y no otra la razón. El caso es que hoy quise que fuera diferente. Creo que lo conseguí. He revisado lo hecho. Puedo respirar tranquilo. Hoy no he matado a nadie, no provoqué ningún accidente ni empujé a otro a cometer una acción mortífera. El trabajo está listo. Un relato breve en el que nadie muere.
Comentarios
Cordis.
Cordis: Espejales es una bonita palabra. Speculare, specula, pero tambien spectrum. Si es como decís, entonces salió mejor de lo que creí. Que más quisiera uno que ser invisible, es decir, espejo.
Salut, Cordis