Acuarela
Pienso en vos ahora.
Y decir pienso en vos es también decir que pienso en la noche de anoche, en la noche y lo bien que se sentía ese suspiro fresco de la luna; en la ciudad de noche, en la ciudad y sus semáforos y las luces y la gente, la ciudad y su laberinto de calles, en vos y en mí; en vos y en mí, otro laberinto.
Pienso también en el despiste sistemático que nos empuja a cruzar avenidas casi sin mirar a los lados, en las francas puteadas que nos habrán dado esos tipos que casi nos atropellan en Estrada, en tu docilidad y en mi osadía, en la acrobacia de ballet que hicimos en la mitad de la calle cuando te alcé y en un giro estuvimos de nuevo sobre la vereda, muertos de risa.
Pienso en aquel señor que te recomendó unos sabores tan incoherentes en la heladería, en la salsa de arándanos que no nos ofrecieron y que imaginé deliciosa, en lo civilizados que fuimos en no reclamar aquella salsa de frutos rojos, en lo civilizados o complacientes que fuimos y al fin y al cabo para qué reclamar, en lo rico del helado de uvas al Rhum, y en lo necesario tomar un curso para sorber helado de uvas al Rhum sin ensuciarse las manos.
Pienso expresión de feliz cumpleaños mezclada con detective privado que había en la cara de Julieta cuando nos vió, y pienso en cuánto te vas a reír cuando te cuente lo que estuvo escribiéndome esta tarde, en la cantidad de gente que había en todas partes, y cuán poco me fije en la gente que había, yo, tan curioso siempre por lo que hace y dice la gente.
Pienso en vos y en mí, en vos y en mí en el Paseo del Buen Pastor, en vos con las luces de la capilla de fondo, en vos que estabas como estás en esta foto tan bonita que conseguimos, en que conseguimos una foto tan bonita de vos bonita con las luces del Paseo de fondo, en el sonido del agua del Paseo, en aquel bebedero y en vos bebiendo agua, y una pregunta acerca de lo conveniente de beber ese agua del bebedero después de beber el agua; pienso en vos sentada al borde de la fuente con un fondo de agua y noche y estrellas y luna y luces.
Pienso en la particular forma que terminó teniendo nuestro cadavre exquis in duetto, en los versos que escribiste y que se me transfiguran ante los ojos ahora y en que me resulta casi imposible no sonreír como pavo, en lo que me dijiste en esos versos que me hicieron sonreír como pavo; pienso en vos y en las veces que te oí reír desde bien adentro, y pienso en esa otra risa, esa risa que da me da risa pensar como risa, y también pienso en el ángel que se te sale de los ojos cuando reís.
Pienso en el susto que te di cuando aparecí por detrás y vos tan distraída y en que bien pude terminar desparramado en medio de la fuente, en el estuche de tus lentes preparados como un arma mortal en caso de, en caso de... y en si hubieses hecho uso del estuche de tus lentes en caso de...
Pienso en un semáforo en rojo y autos veloces que se acercan, y yo, ahora sí, y vos, ahora, crucemos, y yo un paso adelante, y vos indecisa y recelosa, y yo un brazo y una mano tendida hacia atrás, y yo, vení, y yo miro adelante y vos casi corriendo y vos, eso es trampa, y yo, que pequeña tu mano, y yo un poema de Julio que no te leí, y ahora es tan agradable tener tu mano como un sapito en mi mano, y es tan natural ir así con un sapito en mi mano, y yo me alejo un poco jugando, y vos el sapito sigue ahí y quizá se siente bien ahí y quiero que se sienta bien ahí...
Pienso en vos ahora. Y vos sos más que toda la noche.
Y decir pienso en vos es también decir que pienso en la noche de anoche, en la noche y lo bien que se sentía ese suspiro fresco de la luna; en la ciudad de noche, en la ciudad y sus semáforos y las luces y la gente, la ciudad y su laberinto de calles, en vos y en mí; en vos y en mí, otro laberinto.
Pienso en este azar singular que nos obliga a llegar alternadamente tarde a nuestros encuentros, en lo tan temprano que se nos hace tan tarde; pienso en lo difícil que nos resultó encontrar los sanitarios en el Patio Olmos, y en ese llamativo manual del Olmos que tiene de todo a cuatro colores y en papel ilustración, y todo muy bonito, pero que carece por completo de un mapita de los sanitarios para la gente como uno, que no sabe hallarlos.
Pienso también en el despiste sistemático que nos empuja a cruzar avenidas casi sin mirar a los lados, en las francas puteadas que nos habrán dado esos tipos que casi nos atropellan en Estrada, en tu docilidad y en mi osadía, en la acrobacia de ballet que hicimos en la mitad de la calle cuando te alcé y en un giro estuvimos de nuevo sobre la vereda, muertos de risa.
Pienso en aquel señor que te recomendó unos sabores tan incoherentes en la heladería, en la salsa de arándanos que no nos ofrecieron y que imaginé deliciosa, en lo civilizados que fuimos en no reclamar aquella salsa de frutos rojos, en lo civilizados o complacientes que fuimos y al fin y al cabo para qué reclamar, en lo rico del helado de uvas al Rhum, y en lo necesario tomar un curso para sorber helado de uvas al Rhum sin ensuciarse las manos.
Pienso expresión de feliz cumpleaños mezclada con detective privado que había en la cara de Julieta cuando nos vió, y pienso en cuánto te vas a reír cuando te cuente lo que estuvo escribiéndome esta tarde, en la cantidad de gente que había en todas partes, y cuán poco me fije en la gente que había, yo, tan curioso siempre por lo que hace y dice la gente.
Pienso en vos y en mí, en vos y en mí en el Paseo del Buen Pastor, en vos con las luces de la capilla de fondo, en vos que estabas como estás en esta foto tan bonita que conseguimos, en que conseguimos una foto tan bonita de vos bonita con las luces del Paseo de fondo, en el sonido del agua del Paseo, en aquel bebedero y en vos bebiendo agua, y una pregunta acerca de lo conveniente de beber ese agua del bebedero después de beber el agua; pienso en vos sentada al borde de la fuente con un fondo de agua y noche y estrellas y luna y luces.
Pienso en la particular forma que terminó teniendo nuestro cadavre exquis in duetto, en los versos que escribiste y que se me transfiguran ante los ojos ahora y en que me resulta casi imposible no sonreír como pavo, en lo que me dijiste en esos versos que me hicieron sonreír como pavo; pienso en vos y en las veces que te oí reír desde bien adentro, y pienso en esa otra risa, esa risa que da me da risa pensar como risa, y también pienso en el ángel que se te sale de los ojos cuando reís.
Pienso en el susto que te di cuando aparecí por detrás y vos tan distraída y en que bien pude terminar desparramado en medio de la fuente, en el estuche de tus lentes preparados como un arma mortal en caso de, en caso de... y en si hubieses hecho uso del estuche de tus lentes en caso de...
Pienso en un semáforo en rojo y autos veloces que se acercan, y yo, ahora sí, y vos, ahora, crucemos, y yo un paso adelante, y vos indecisa y recelosa, y yo un brazo y una mano tendida hacia atrás, y yo, vení, y yo miro adelante y vos casi corriendo y vos, eso es trampa, y yo, que pequeña tu mano, y yo un poema de Julio que no te leí, y ahora es tan agradable tener tu mano como un sapito en mi mano, y es tan natural ir así con un sapito en mi mano, y yo me alejo un poco jugando, y vos el sapito sigue ahí y quizá se siente bien ahí y quiero que se sienta bien ahí...
Pienso en vos ahora. Y vos sos más que toda la noche.
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