Semblanzas

Porque mi suéter está al revés, y porque el color de esta camisa no está en los catálogos de moda. Porque mi cabello se olvidó del peine del estilista, y porque este par de anteojos que tanto me gustan son los que le han robado a la estatua de Woody Allen en Oviedo. Y entonces alguien me dice “que inapropiado”.

Identidad…

Y sé que naci salmón en medio de ovejas. Cuántas veces la normalidad, esa condición del ser que jamás comprendí, me abofeteó en la mitad del rostro, dejándome una sensación de extranjero entre iguales.

Y en mi todo se rebela, porque en mi mente rompo lanzas para mantenerme integro, para no falsearme, para no abandonar este rostro y esta voz que sé que son mías, estas intuiciones de utopías en las que creo y a las que me aferro.

Todo lo que realmente quiero es algo de tolerancia y un modo de calmar esta voz enojada.

Porque también esta este cansancio, estas ganas tremendas de patear el tablero, esta insufrible inercia que a veces me deja plomo en los brazos, agua en los ojos, frio en el pecho, mientras me frunce el ceño y me agota.

¿Te canso? Tal vez vos también terminarás pensando que deliro. O que me enrosco con hilos de humo, que lo único que consigo con mi manera de pararme frente al mundo es amargarme y hacerme daño innecesariamente. A lo mejor vos tampoco comprendés este afán que tengo cuando quiero disecarlo todo, cuando el gran ojo se abre y pone bajo la lupa cada insecto, cada fibra, cada partícula de tiempo que me roza y me huella.

Identidad...

Qué no daría por encontrar un amigo del alma. Y si te escribo es porque aun creo, porque todavía me figuro que existe ese “vos” sin nombre que en algún lugar me busca para emocionarse conmigo, y caminar en el anochecer, simplemente caminar y guardar silencio, sabiéndonos perfectamente acompañados, sin la necesidad de que medie una palabra explicativa que venga a romper la magia con una grotesca explicación de cómo y porqué.

Y qué no daría por conocer un semejante. Y si digo semejante no creas que espero hallarlo en un espejo, no me pienses un inválido precisado de bastones y muletas. No espero un “vos” que me de siempre la razón y ceda a cada capricho o locura mía. Cuando digo semejante nombro a ese que me acepte sin parcelarme, sin reciclarme, sin modificaciones por cambio de firma.

Y cuántas veces me hallé con las manos ateridas de ternura mientras se marchitaba una caricia sin que encontrara destino. Si te contara de los abrazos maduros que esperan para colgarse en en otra cruz, en otros brazos.

No tengo prisa, podría esperar eternamente.

Pero esto lo puedo decir ahora, antes no, porque más de una vez me conformé.

Me conformé.

Y sé que esto es admitir mi carencia, es reconocer que alguna vez podé mis alas, fui recortando trozo a trozo la tela que tanto me coste pintar, hasta quedarme con la caricatura de lo que soñé.

Esperar.

Mientras tanto viviré como si no hubiera un mañana, como si en este segundo la trompeta del final retumbara quebrando el tiempo, mi tiempo, y el cordel que me ata a tierra se deshiciera soltando amarras.

También, mientras tanto están los apremios legales, y los otros, las locuras y el sonido de las mentiras cayendo alrededor, el perro rabioso que persigue mis talones, la fabrica de mascaras que exige ser gerente de mi rostro, el tiempo empaquetado en su circulo vicioso, hostigándome. Los conflictos de afuera. Y mi deseo de beber completo el cáliz de mi vida, y la soledad siempre presta a trabajar horas extra, siempre presta a ocupar plenamente el tiempo donde nadie me espera.

Identidad…

¿Por qué estas tan paralizada de silencio? ¿Te fastidio? Acaso mis palabras sean demasiado grises para vos, o tal vez te impaciente mi melancolía. Debés estar preguntándote porqué soy tan implacable y desencadenado. Y bien sé que ahora podrías estar sentada disfrutando de un buen libro, o haciendo nada mientras la música lo hace todo por vos.

Y es que ahora todo lo que necesito es un alma para cavar un abismo mas profundo.

Y si te escribo es porque aun creo…

Te daré cantidades infinitas de completa tolerancia si la querés, no me deberás nada por darte amor como éste que yo te doy. Te doy las gracias por recibir, es mi privilegio. Podés pedir espacio para vos y solo para vos, y yo te lo garantizare. Y no hay cadenas atadas a ello.

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