Primeras palabras (Parte II)
Hubo un tiempo en que los hombres no conocían el fuego. El día había sido hecho para cazar, juntar frutos para alimentarse y secar pieles para tener abrigo. Las noches de invierno eran diez veces más frías que las nuestras, y no pocos amanecían sin vida. Entonces había que apiñarse en los fondos de las cuevas, con los únicos animales que no les temían, sus perros.
Sucedió de noche, como todo lo más bello y lo más atroz que ocurre en el mundo. La más brava de las tormentas giraba fuera y lo mantenía despierto. El rayo había partido el gran árbol que estaba a la entrada de la cueva, y ardía. Ardía y era una cosa bella y extraña. Supo que era un regalo del cielo porque su piel sentía calor, y el calor era signo de vida en las cuevas.
Consecuencias tuvo descubrir el fuego. Aprendió que el fuego no sólo da abrigo, sino también mejora el alimento, protege en la oscuridad que cobija enemigos, marca caminos y sobre todo, invita a sentarse alrededor de un hoguera en las noches hondas sin otro resguardo que el cielo abierto de par en par.
También sucedió de noche, como todo lo más bello y lo más atroz que ocurre en el mundo. Un hombre guardó las brasas que le obsequió un rayo; de noche hizo fuego. El fuego se le metió en sus venas y el hombre se sintió contento, tanto, que miró a una de las hembras más bellas de la manada, hizo un gesto breve con una mano, y la Tierra oyó por primera vez algo como una voz que decía "Quiero, ven".
Comentarios
Me niego a la frase me gusta, sabrás darte cuenta de la impresión leyéndome, que eso hacemos las personas de mal amar después de todo. Hasta la próxima. Tu correctora.
Sabemos desde hace tiempo qué es esto que hacemos cuando inventamos tramas: anzuelos o percutores, algunos fuegos artificiales, otros TNT... Siempre es bueno saber que la palabra que se dice llega, a veces, las más, probablemente, de modos completamente inesperados...
Hasta mas ver