Deseo y Realidad ( Parte I )

Querida Haiku:
Así las cosas, siempre todas tan encadenaditas, tanto, que parecen preparadas para Uno desde el principio del tiempo: En el principio Bécquer, benemérito padre de la melaza, en paz descanse, en su archisabida Rima LXVI, en el verso final dice “donde habite el olvido, allí estará mi tumba.” Paciencia, paciencia… Omitamos rotundamente la demasiado obvia referencia Sabinesca o Sabinera que ese verso delata (en viceversa, mas bien) Vamos por otro camino, que está un poquitín más allá, en el estante, la raíz donde nace este tango. Luis Cernuda, el doblemente exilado, el conflictivo Cernuda, el que deambula mendigando amor entre historias que duran poco, y que terminan mal, que ofrece amistad y afecto y acumula decepción, recelo y susceptibilidad, Cernuda, entre su elitismo y un mundo de vulgaridad que nace de la ignorancia, de la necesidad y de la miseria. Y, sobre todo, una gran soledad: Cernuda: La realidad y el Deseo y en la quinta sección, Donde habita el olvido. Y resulta tan natural: no podía tener otro nombre su poesía (¡poética!) recogida en un volumen. Y aquí llegamos: ya de este lado del charco (sic) Olga, la pampeanita amiga de nuestro Oliverio, Olga Orozco… Mutaciones de la realidad: “La realidad y el deseo (a Luis Cernuda)”
La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.

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