Domingo y Zahir

A veces me pasa, simplemente me pasa. Unas ganas enormes (oscuramente sé de donde vienen) me empujan sobre mi moto, hacia la noche, sobre el viento, sin rumbo. Pero no estoy siendo totalmente fidedigno: la que hay es una de las formas de la sustitución, una mascarada: lo que no soy capaz confesar, a mí menos que a nadie, es la necesidad, la terrible necesidad de un encuentro que no será más que el reverso de esta moneda y se volverá zahir y ya no me será posible pensar sin que me estremezca de vértigo. Y entonces será lo que siempre es: poner el vértigo fuera, volar, volar sobre dos ruedas, hacia las luces, hacia los claroscuros, hacia indefinición.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¿Habrá algún tiempo anacrónico para decir la palabra justa, alguna medida exacta para no herir, algún límite lejano para amar, alguna dádiva piadosa para pedir sin humillarse, algún infierno inacabado para alojarse, alguna ilusión que permanezca siempre en su pompa de jabón? No lo sé, mas lo que seguramente habrá, alguna vez y siempre, es un espacio eterno para vos y para mí, para los dos, cada vez que una palabra sea escrita y leída, cada vez que una sensación se haga acción en un vínculo, cada vez que el escritor y la correctora simplemente se convoquen para el acto más humano, más divino, más inasible, más insondable que es LEER o lo que es lo mismo, hacer el amor en papel. Tu correctora

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