Domingo y Zahir
A veces me pasa, simplemente me pasa. Unas ganas enormes (oscuramente sé de donde vienen) me empujan sobre mi moto, hacia la noche, sobre el viento, sin rumbo. Pero no estoy siendo totalmente fidedigno: la que hay es una de las formas de la sustitución, una mascarada: lo que no soy capaz confesar, a mí menos que a nadie, es la necesidad, la terrible necesidad de un encuentro que no será más que el reverso de esta moneda y se volverá zahir y ya no me será posible pensar sin que me estremezca de vértigo. Y entonces será lo que siempre es: poner el vértigo fuera, volar, volar sobre dos ruedas, hacia las luces, hacia los claroscuros, hacia indefinición.
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