Deseo y Realidad ( Parte II )
Ahora que sé el modo en que mirás abriendo grandes tus ojos ámbar y tu forma de pestañear lenta y acompasada, que sé cómo movés las manos para hacer dibujitos ilustrativos para tus palabras, siempre tan bonitas. Ahora que adivino que tu silencio quieto es un peregrino con hatillo al hombro que recoge flores, o piedras redondas. Ahora que sé adivinar que cuando me decís “Bueno, dale” con un gesto hermosamente impúdico, tengo que empezar la revisión de mi camisa de fuerza, porque es seguro que tengo una pelusa en la solapa, o me tiré encima alguna cosa o estoy despeinado. Ahora que sé que te gusta sacudir tu pelo que ondea rabiosamente y mirás a los lados cuando buscas las palabras como quien busca corales o mariposas, ahora que sé que tus manos son las de un chico, y no te gustan… Ahora que. Ahora. Ya no sos más la que yo conjugué como niños en la escuela: eras, serías, fueses, fuiste, seas. Deseos. Ahora ya no, ahora Sos Vos. Vos la que me regaló varias carcajadas nocturnales entre dos copas de vino, la que por un segundo me miró a los labios y me hizo perder lo que venía diciendo. Vos que me dijiste, “Vamos, caminemos un rato por el parque”. Ahora sos real. Y siendo vos, así, como sos ahora, hay eso que llamamos presencia, viste. Y fijate: no es solamente aquel estar tet a tet, es también esta prescindencia del mañana: estás aun cuando sean las cuatro de la mañana como ahora, o en el almuerzo en la oficina, y cuando voy a los ensayos con el grupo. Estás en las veredas con piedritas de la costanera, y estás en los adoquines del parque de los artesanos. Estás en la mesa del bar frente a la plaza, y en la página 593 de mi Rayuela. De nada vale ahora intentar hacer biombos trenzados de palabras para seducirte, si me mirás y se aniquila cualquier simulacro.
Hoy dejaste de ser una bonita idea, una postal dibujada a mi gusto. Sos tan vos, tanto, que duele.
Comentarios
Besos lejanos.
No tengo la gimnasia que vos en esto de dar respuestas, ya sabes. Lo contrario si. Preguntar es lo mio. Aún así, hay quien dice que los textos lo dejan a uno para hacerse de quien los lea y recree. También dicen que quien escribe guarda en secreto la intimidad del texto.
Besos y seguí volviendo