Imasumac, la más hermosa

Llegó al Cuzco llamado por su tío, don Diego Maldonado, aquel que había participado en la captura del Inca Atahualpa, y que recibiera una tercera parte del rescate que el Inca había prometido a cambio de su vida: dos habitaciones con plata y una con oro "hasta la altura donde alcanzara una mano". No era casual que a su tío le llamaran “El Rico”.

Cuando el capitán Francisco Hernández Girón se rebeló contra la Corona española y puso en jaque a la Real Audiencia de Lima, Juan Maldonado y Buendía demostró la madera de la que estaba hecho. Si hubo victoria, fue en buena parte por los hechos de armas del joven Capitán, que le valieron reconocimiento entre las tropas leales a Carlos V de España. Pacificado el Perú, Juan Maldonado se retiró a sus propiedades en el Cuzco.
 
Ñusta era la palabra quichua que se usaba para decir “princesa” entre los incas. Si venció con armas y coraje a los rebeldes a la Corona, el Capitán sucumbió a redes sutiles en los ojos de una ñusta joven, Imasumac, que quiere decir «Hermosa entre las hermosas». Y como si el nombre fuera un presagio de lo que sería, Imasumac era realmente bella. Los amores entre el Capitán y la Princesa se mantuvieron a salvo de miradas y maledicencias. Bosques, parajes, vados de arroyos y casi cualquier sitio recóndito fueron testigos de los furtivos encuentros entre los amantes.

El Capitán sale al camino: una legua de sendero boscoso, luego un trecho que atraviesa el llano, y poco más allá está Imasumac, que lo espera. Camina sin prisa, como quien está seguro de que la dicha aguarda. Desde la posición en que se encuentra puede ver el refulgir del colorido traje de Imasumac, que se apoya en un peñasco junto a un arroyo. Ella se levanta y sale al encuentro del Capitán. Juan Maldonado sabe que el destino no avisa, y por eso lleva siempre su arcabuz cargado; si algo le ha dado el campo de batalla es templanza. El Capitán lo ve antes que ella. Sabe bien que es peligroso y más veloz que cualquier hombre; sabe que ha matado a valientes más valientes que él. Cuando levanta el brazo con el arcabuz en mano, Imasumac gira la cabeza hacia donde él apunta el brazo y se sabe perdida. El aterrado grito que ella lanza lo oirá el Capitán en muchas noches de pesadillas e insomnio. A la vez que corre hacia ella dispara, recarga el arma y hace fuego nuevamente. Alcanza a darle en medio del cuerpo, lo ve sangrar. Cuando llega al lado de Imasumac, el puma está muerto, con dos agujeros que manan sangre negra. Debajo del puma, Imasumac, la más bella, con cuatro cortes profundos en el cuello por donde se le escapa la vida.

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