Reflejos

Cuenta Ovidio que Narciso poseía una gran belleza. Tanto así, que todas las chicas del barrio morían por él. Algunas, literalmente, como la ninfa Eco. Pero Narciso las rechazaba a todas, ninguna le caía en gracia. Según el poeta, Némesis, la diosa Venganza, castigó al insensible. Narciso siente sed, se inclina a beber en un arroyito, y ve su imagen reflejada en el agua. Inmediatamente se enamora. Pero Narciso fracasa en la seducción de la imagen de Narciso. Por fin, muere contemplando su imagen, y su cuerpo se convierte en flor.

Esa es la versión de Ovidio. Sucede que al poeta le gustaban los finales dramáticos. Lo cierto es que hubo una mujer que sí consiguió enamorar al fundador del narcisismo. Por lo demás, era natural: era una gitana morena; sus ojos los más bellos en varias leguas a la redonda. Narciso la vio, y murió de amor. Los ojos de la morocha eran perfectos espejos.

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