La ceguera. Epístola para quien se queda

Recuerdo que era oscuro pero brillante, seguramente difícil de quitar (¿de dónde?), algo así como una brea espesa y pegajosa. Entonces otro recuerdo: un niño, cowboys, malos, buenos, castigos, cosas que nunca pasan. Recuerdo sólo que era oscuro y difícil de traspasar, recuerdo el sopor, los párpados dejándose vencer por el peso de la desidia, la tristeza corrosiva irrumpiendo, haciendo trepidar la epidermis, pulverizando cuanto vestigio osara levantarse en su contra.

Entonces se me terminan las palabras, no sé si hablo de un pantano de la niñez o de un escenario contemporáneo. De todas formas mis habitantes se niegan a juntarse, a jugar a ser Uno, a regalarme una palabra para un amigo, una madre, el vecino de enfrente o un funcionario público. Qué hacer. Será un capricho mamado de la tierra infértil que las quiere seguir atesorando.

Así es que he perdido todas las luces que me quedaban, me he sumido en la ceguera más estúpida y tengo ya varios moretones, pero nada de palabras. Sabrá disculpar la brevedad y ofuscación de estos vocablos. Hubiera querido que las cosas fuesen de otra manera, de verdad que lo hubiera querido, pero he perdido todas las luces y la oscuridad me llena de fantasmas innombrables (Quizás esta sea la primera verdad que escribo).

Aún así, si la espera, el tiempo, la vida, los desencuentros, la irremediable soledad, han sido demasiados o muy pocos y no puede perdonar, alimente su odio día a día, no se olvide de regarlo y celebre y ame y atesore desde el primero hasta el más reciente brote; aliméntelos con las palabras más crueles, seleccione los fonemas más sanguinarios, que cada frase que les dé de comer sea tan atroz, tan inhumana que dé a luz gruesas raíces que se hinquen en su corazón atravesándolo de una brutalidad tal que cada vez que con ojos enrojecidos lea y relea estas palabras no pueda más que consolarse con la débil imagen de mi estertor.

Este sudor barato de impotencia semántica es una señal de humo.

Hasta nuevo aviso.

Lo que queda de mí.

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