Manera correcta de interpretar una imagen

Tiene diez años y es un chico inteligente. Lo que logra con su inteligencia, sin embargo, muchas veces deja boquiabiertos a sus mayores.

La madre de Ramiro es docente. Se podrá pensar que esta circunstancia resulta en ventaja, que su amante madre ayudará al pequeño a salir airoso en la lid escolar. Quien piense así, seguramente no ha tenido una madre que pertenezca al gremio docente.

Hoy Ramiro ha traído de la escuela tareas para realizar en casa. La tarea consiste en escribir una narración dejándose llevar por lo que le pueda sugerir una imagen que la maestra entregó al alumnado. La imagen tiene una composición más bien simple: un prado herboso, un hombre con apariencia de leñador, algunas herramientas de campo y de fondo, una tupida arboleda.

Ramiro termina la tarea y llama a su mamá. “Ya está, ma”, dice, y sonríe con aire triunfal. Cree que ha escrito un texto bonito y que esto llenará de alegría a su madre. Un momento más y tendrá permiso para salir a jugar con los demás chicos de la cuadra.

La madre de Ramiro toma el cuaderno y lee. En su rostro empiezan a desdibujarse los rasgos relajados que tenía hasta hace un momento. Ahora tiene el ceño fruncido, parpadea nerviosamente y mira de soslayo a su pequeño que espera ansioso el veredicto. Termina de leer. Mira fijamente a su hijo. Hay un segundo de silencio que a Ramiro le parece eterno.

"¿Esta es tu tarea?”, pregunta con un tono que no consigue solapar una reprobación que es ya inminente.

“Si… ¿qué tiene, ma?”. 

“A ver, Ramiro. La maestra te pidió que escribas sobre la fotito, ¿no?”

“Si, ma, ya sé. ¿Y?”

“¿Y? ¡Cómo “¿y?”, Ramiro! Fijate, acá contás de un señor que tenía un campo, y que compró una vaca a la que ordeñaba y que luego vendía la leche en el pueblo, que a la gente le gustaba la leche que vendía el señor, y que entonces el señor compró más vacas y después hizo queso y manteca y dulce de leche, y que la gente estaba contenta con el señor que tenía muchas vacas y hacía cosas tan ricas.”

“Ya sé que escribí eso, ma. ¿Y?”

“¡Cómo “¿Y?”! ¿Me podés explicar qué tiene que ver lo que escribiste con la imagen?”

"Ay, ma. Es que vos no entendés nada. Esos árboles ahí en el dibujo, ¿ves?”, dice, mientras señala a la arboleda en el fondo de la imagen.

"Sí, ¿qué tienen?”

“Bueno, vos no las ves. Pero detrás de esos árboles de ahí hay un montón de vacas que dan leche, y un señor las ordeña y hace cosas riquísimas, como dulce de leche y queso, y la gente se pone contenta".

La madre, efectivamente, no entendía nada. Reprendió a Ramiro por hacer las cosas mal, y él tuvo que volver a hacer la tarea, pero esta vez escribió algo que la madre aprobó. En el texto habló de un señor con apariencia de leñador, que tenía un hacha, que vivía en un prado cubierto de hierbas y en el que había árboles enormes. Cuando terminó, ya no tuvo ganas de salir a jugar con los chicos de la cuadra.

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