La culpa la tuvo el maní

Luego de la quinta cerveza que fenece frente a nostros, y ante las miradas furibundas de los parroquianos, mi amigo se levanta intespestivamente, me abraza, y a voz en cuello me declara su cariño incondicional. Superada la resaca, uno o dos días después nos encontramos nuevamente, esta vez frente a dos inofensivos pocillos de café. Llegamos a la siguiente conclusión: hemos comprobado que los "manises" son responsables de la mayoría de los actos vergonzantes que cometemos todos los que, normalmente, somos un modelo de discreción. Cada vez que un mozo me trae algun recipiente lleno de manises, desconfío: me quiere estafar cobrandome alguna cerveza de más. Ahora, si es una moza, entonces no: miro a ver si tiene cara de... cómo decir? Ojo con esa mesa, ojo con ese vaso, cuidado con ese maní.

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