Orwell, 1984

Todo empezó por un mensaje de texto, Decía más o menos así:


"C k no t gust k t scrbasi. M da fiac. Tnes '84 d Orwll?"


Traduzco, por si acaso: "Sé que no te gusta que te escriba así. Me da fiaca. ¿Tenés 1984, de Orwell?"


Estuve tentado, les juro, a responder: “¿Para qué querés leer 1984 si estoy viendo que tenés un master en Neolengua?”. Pero el Nene es mi hermano consentido. Claro que lo tengo, cómo no, te lo presto.


Orwell, 1984. El Gran Hermano. La Neolengua. La reescritura del pasado. La Policía del Pensamiento. Los cuatro Ministerios: Amor, Paz, Abundancia, Verdad. Las tres Superpotencias. El control, siempre el control: sobre cada centímetro, sobre cada segundo, sobre lo presente, lo pasado y lo futuro.


Orwell. 1984. El Nene, que nació en el ’89. Madre dice que me imita, que quiere ser como él cree que soy, que es malhumorado y pendenciero, amigo de los argumentos, los buenos, los malos, los inconvenientes, que no puede mantener cerrada la boca. Que no se calla. Madre me acusa: por mi culpa el Nene estuvo detenido por revoltoso en una manifestación universitaria y salió en un noticiero, para vergüenza eterna del buen nombre de la familia; que él no tenía ideas estúpidas hasta que yo le hablé de Marx; que ahora él la llama burguesa. Madre que se burla: ahora se hace el poeta, escribe versos y lee a Cortázar; además canta, y mal, como yo a los 13 y a los 15, y a los 34. Madre que no quiere, que vigila, que reprueba: en los libros está la semilla del Mal: para qué, para qué tanta palabra. La política es una cosa mala; esos no son músicos, son todos drogadictos y pervertidos. Tu hermano tiene la culpa. Es como vos. Control, control. Orwell, 1984.

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