Los culpables de siempre
La sala está llena. Todas las pruebas presentadas inculpan a la acusada. Su prontuario no ayuda. Cruza las manos, se las frota como si rezara. El abogado defensor está intranquilo, sabe que no está consiguiendo convencer al juez. Mira las caras alrededor. Nadie parece tomar en cuenta el aspecto devoto de su cliente.
-“¿Usted lo mató?”, pregunta el fiscal.
-“¿Usted lo mató?”, pregunta el fiscal.
-“No”, dice ella, y sacude enérgicamente la cabeza.
-“¿Y va a negar también que tuvo relaciones sexuales con él la misma noche en que desapareció?”, arremete el fiscal .
-“Sí, es cierto, pero se marchó después, y ya no volví a verlo. Quizás haya estado con alguien más, no sería del todo imposible que…”
-“Remítase a responder sólo lo que se le pregunta”, la interrumpe el juez.
-“Se lo pregunto por última vez, ¿lo mató luego de tener relaciones con él?”
-“Ya le dije que no, señor. Es que era demasiado joven, y bello. Tuve intención, es cierto. Pero cuando vi que era fuerte y hermoso, no pude. Y lo dejé ir”
Con los ojos enturbiados, y casi como pidiendo disculpas, la mantis religiosa mira al juez compungida, y sacude nuevamente la cabeza.
Con los ojos enturbiados, y casi como pidiendo disculpas, la mantis religiosa mira al juez compungida, y sacude nuevamente la cabeza.
Comentarios
Salut, y gracias por pasar.