Riachuelo

Le habían recomendado no dejar de visitar el barrio de San Telmo, la plaza Dorrego y la calle Caminito, en La Boca. Era martes, no había casi nadie en la calle. Un amigo le había prestado un departamento en la calle Las Heras, cerca del parque. Caminó una cuadra y esperó que llegara el colectivo 64. Se bajó después de pasar el viejo puente Avellaneda.

Anduvo un rato sin apuro por la rambla. Vio un grupo de gente con cámaras fotográficas y lentes para sol. “Turistas, como yo”, pensó. Aminoró el paso.

“La verdad no sé qué le ven de lindo a todo esto”, decía una señora, mientras fruncía la nariz enérgicamente.

“Fijate, agua podrida, botellas, basura. Quién sabe qué enfermedad se puede pescar una respirando este aire. Mejor, vamos”.

Esperó a que se alejaran las señoras. Abrió el bolso en que traía su cámara y eligió un teleobjetivo. Tomó fotos de de la Rambla, de los boteros que cruzaban a los turistas a la isla Maciel, al Viejo Puente Avellaneda, a los cascos de los barcos encallados, a las aves que se posaban y escarbaban entre los desperdicios.

Cuando presentó las fotografías en una muestra en su propia ciudad, sus retratos del puerto de La Boca ganaron el primer premio. Una revista de cultura publicó algunas de la serie titulada “Formas de belleza y suciedad”.

Aquella señora tenía una suscripción anual.

Comentarios

mariajesusparadela ha dicho que…
Pero nunca aprendería que en aquello había belleza. Porque la belleza no se aprende.
El Griego ha dicho que…
Bienvenida! Habría que preguntarse si se puede aprehender la belleza, no? Como tal vez lo hizo mi fotógrafo. Hay una frase bonita de Galeano: "Ayúdame a mirar". Bueno, en eso andamos. Abriendo los ojos y tratando de aprender a aprehender.

Saludos, y gracias por dejar huella.

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